vendredi 31 mars 2017

Las exposiciones en la Casa Europea de la Fotografía

30 de marzo de 2017, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)  




Gabriele Basilico, Siraz, Iran 1970




La Casa Europea de la Fotografía presenta (hasta el 9 de abril) una gran exposición sobre Gao Bo (a la que dedico el próximo artículo) y varias otras exposiciones, como de costumbre, pero esta vez el museo no está lleno, la sala de abajo está vacía. Para empezar, hay algunas donaciones recientes entre las cuales sobresale el viaje de Gabriele Basilico en Irán cuando tenía 26 años (1970) : en una mezquita de Chiraz que brilla con mil luces resplandecientes, una joven de finas facciones, sostiene su velo con una mano firme bajo el mentón y deja escapar una melancólica mirada hacia un lugar fuera de cámara que quedará desconocido para nosotros. También hay bonitos herbarios de Paul den Hollander que forman composiciones casi abstractas entre las hojas y los adhesivos que las mantienen sobre el papel.




Jean-Yves Cousseau, Plombs (en Vera), 1997, 6 cibacromos, presentados un poco diferentes en la exposición




Enseguida vemos en otra sala las fotografías transformadas de Jean-Yves Cousseau, que pasaron la prueba del agua, del herrumbre, de las intempéries, o diferentes intervenciones orgánicas o químicas que las metamorfosearon. Si en algunas el proceso parece en vano, o produce barrocas composiciones polípticas bastantes desconcertantes, otras, más sencillas, llaman más la atención por la reflexión en su composición, más formal, que tiende a la abstracción, tal la serie de 1977 intitulada Plombs.




Vincent Perez, Veterano del trabajo, Casa de las asociaciones, cerca de Arkhangelsk , diciembre de 2016





El actor Vicente Perez también es fotógrafo y su multiculturalismo lo ha incitado a realizar dos series de retratos sobre el tema de la identidad; la diferencia entre las dos series muestra bien su arte de retratista. En efecto, sus congoleños de Chateau-Rouge, todos muy elegantes, tienen perfecta conciencia de su imagen y quieren controlar su apariencia : posan sin naturalidad y Perez solo puede grabar lo que los modelos le muestran. Quizás por falta de experiencia o de confianza en sí mismo, parece que los sujetos controlan al fotógrafo. En cambio, en sus serie sobre los rusos, pueblo con el que se ve que tiene más familiaridad, sentimos la mirada del fotógrafo, su sentido de la composición y de la puesta en escena : sus rusos humildes, recién casados, habitantes de la calle, bailarinas, nadador, originarios del Cáucaso o jubilados cubiertos de medallas, muestran todos un pudor y un orgullo recóndito y simple, que Perez, libre de la vanidad congoleña, supo capturar muy bien.





Roger Vulliez, Autorretrato, Limoges, 1974




En fin, cuando uno emerge del tumulto Gao Bo, respira de nuevo con la serenidad de la colección que Bernard Plossu le donó a la MEP, revelados pequeños, la mayoría en blanco y negro que, por su gran apetito fotográfico, intercambió a través de los años con otros fotógrafos, algunos conocidísimos y otros menos. Sentimos en el fondo de esta colección, no tanto el estilo, en todo caso la ética de Plossu, hecha de sencillez, de modestia, y de una mirada siempre alerta (mejor dicho, todo lo contrario de Gao Bo..) Nos hallamos en lo intimo y ligero, en lo intemporal y lo eterno, en lo elegante y lo poético. ¿ Cómo elegir a quién presentarles aquí que tradujera mejor esos valores ? Yo no sabía nada de Roger Vuillez, y me gustó este pequeño revelado, como un punto de interrogación irónico sobre lo que es la fotografía; recorriendo su página no me sorprende que a Plossu le hayan gustado tanto ciertas obras de Vuillez, de hechura diferente pero de mentalidad cercana.



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vendredi 24 mars 2017

¡ Qué vivan las mentiras gozosas !

20 de marzo de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)





Pablo Wendel, Terracotta Warrior, 2006
Video color, 4 min 42 seg




Con el título alegre y aterrador "Make Truth Great Again", la galería Jousse presenta una exposición muy entretenida (hasta el 8 de abril) patrocinada por Martin Le Chevallier (que me había llamado la atención aquí), quien además de su propio trabajo reunió diferentes obras sobre falsas verdades, un concepto muy de moda en política, de Trump a Netanhayu, y que el arte presenta bajo diferentes formas por lo menos desde Boronali. Encontramos grados diferentes de mentiras que podemos tratar de clasificar aunque difícilmente; siempre o casi siempre se trata de introducir ficción en lo real pero de forma subrepticia para molestar y cuestionar. En resumen, se trata de rehabilitar la mentira, de hacer su elogio. La obra más desconcertante es quizás la película de John Smith, The Girl Chewing Gum, que se destaca más por la apropiación de la realidad y su transformación en ficción : frente a acontecimientos sin importancia de la calle, el realizador finge que los ordena, que dirige a los actores, como si fuera quien controla y no un testigo : "Puesto que esos misterios nos sobrepasan, finjamos ser el organizador" (Cocteau).




Gianni Motti, Entierro N°1, 1989
Fotografía color que documenta una acción
Cortesía galería Perrotin




Algunos giran alrededor de la "impersonificación", del hecho de apropiarse una identidad con el objetivo de interrogarse, provocar, molestar : como los falsos policías de Martin Le Chevallier, los falsos militares de Harald Fernagu, o el falso delegado de Indonesia en la ONU, de Gianni Motti. Este último lleva aún más lejos la frontera entre realidad y ficción al organizar su propio entierro en un pueblo español (pero sin las lloronas de Adrian Paci), al final de la ceremonia, se levanta del ataúd y se escapa perseguido por los fieles que creen que es un milagro. También tenemos los falsos falsos, como Philippe, de Fayçal Baghriche, un maniquí vestido como las estatuas vivas de la calle, con el que la gente se fotografía y a quien le dejan una moneda, pero en realidad es una estatua de verdad, doble decepción. Otro desplazamiento similar, la postal del falso castillo de Maison-Laffitte reconstruido en China y que Martin Le Chevallier mete en el presentador de postales del castillo verdadero. 




Agnès Geoffray, Libération (série Incidental Gestures), 2011
Fotografía retocada
22 x 34 cm
Edición de 3 + AP
Cortesía Agnès Geoffray




Como naturalmente la mentira es política y la política es mentira, hay toda una parte de la exposición que tiene que ver con la reescritura de la historia, ya sea a través de la conocida obra radiofónica de Orson Wells sobre la invasion de los marcianos, de la falsa explosión atómica de Ztohoven en República Checa, o de las portadas ficticias de periódicos de The Yes Men. Y hay que ver que Agnes Geoffray revisita, como de costumbre, los momentos en suspenso de la historia y viste a una rapada de la depuración para librarla de la justicia popular de los resistentes de última hora y devolverle así su dignidad perdida. En cambio, me parece que el "reenactment" se desprende de otra lógica y me sorprendió ver allí un corto extracto de la Batalla de Orgreave de Jeremy Deller, que vuelve a poner es escena los afrontamientos entre los mineros huelguistas del carbón con la policía en la época de Thatcher : no tiene nada de "mentira", es al contrario una obra de reconstitución, histórica y comprometida. 




Andrew Tider et Jeffe Greenspan, Prison Ship Martyrs’ Monument 2.0, 2015
Fotografía que documenta una acción



Intervenciones más radicales en la realidad, las de artistas que dan un paso hacia adelante e inscriben sus marcas en ella. Los Arabian street artists, que fueron empleados para que pintaran los decorados de la serie Homeland, escribieron en árabe "There is no homeland" para oponerse a su manera a la ideología neocolonial de la serie. Andrew Tider y Jeff Greenspan erigen un busto de Edward Snowden sobre una estela vacía en un parque en Nueva York dedicado a los muertos de la guerra de la independencia, siendo que está acusado de espionaje y de robo; así le confieren una imagen de contrahéroe revolucionario. Más sutil (arriba) es la representación de Pablo Wendel que se mete con disimulo entre los soldados de Xian (recordemos que todos tienen una cara diferente) vestido como ellos e 
inmóvil : hace falta cierto tiempo antes de que los guardias lo vean y mucho más tiempo para que decidan qué hacer, antes de llevárselo cual estatua inerte : más que una representación divertida pero arriesgada, veo una afirmación del individuo frente a una sociedad igualitarísta y normativa.




Vista exposición « MAKE TRUTH GREAT AGAIN ».
Una propuesta de Martin Le Chevallier
© Paul Nicoué





Más denso y menos alegre es el video Münster de Martin Le Chevallier, obra importante de la exposición después de todos esos aperitivos agradables. A través de dos observadores, uno narrador el otro cándido, explora el relato sobre la construcción de la caída brutal de una ideología teocrática radical, la de los Anabaptistas de Münster en 1534-35 : ¿ fue la dictadura de fanáticos iluminados y crueles o una utopía protocomunista ? ¿ fue una ilusión bienhechora o una malversación de bienes (y de mujeres) para provecho de los fanáticos (a partir de ahí polígamos) ? ¿ Fé o tiranía ? ¿ Cuál es la realidad histórica y cómo nos la podemos representar ? ¿ Cómo se construyen los mitos ? Todo esto se preguntan los dos lansquenetes de Münster, quienes, desde la pantalla de la izquierda miran la ciudad a lo lejos, de gris en la pantalla de la derecha, en la que aparecen los anabaptistas haciendo su profesión de fé. El video dura 48 densos minutos y uno se sorprende al querer leer el escenario para no perderse nada. Después de los cuestionamientos sobre la verdad de las dos primeras salas lo que ocupa el centro aquí es su construcción histórica. 



Fotos cortesía Galerie Jousse.




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mardi 21 mars 2017

Hazaña con lentejuelas (Abraham Poincheval)

19 de marzo de 2017, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)



Abraham Poincheval saliendo de su Piedra en el palacio de Tokyo el 1 de marzo de 2017 después de una semana en el interior, foto Joël Saget AFP



Cuando yo estaba chico, un equilibrista llamado Henry's se pasaba días, semanas, meses, sobre una cuerda por encima de edificios, cañones, del lago de una represa vecina o del Caldero verde. Aunque su necrología de Le Monde la escribiera el crítico de danza del diario, Henry's no se consideraba como un artista, ni como un representador, sino que le gustaba explorar los limites de sus posibilidades físicas y mentales. Mirando en el Palacio de Tokyo las diferentes representaciones de Abraham Poincheval, quien se declara firmemente artista porque pasa algunos días dentro de una roca (arriba una imagen de cuando salió de la roca en PalTok), dentro de un oso disecado (abajo, en el Museo de la Caza) o en la cima de una columna, intento entender la diferencia entre las proezas no artísticas de Henry's (fuera del hecho de que duraban más tiempo y eran más deportivas) y las representaciones artísticas de Poincheval.





Abraham Poincheval, En la piel del oso, Museo de la Caza y la Naturaleza 2014, foto Sophie Lloyd



En realidad, en la mayoría de sus representaciones estáticas, es, me parece, el argumento y no la acción lo que hace la diferencia; argumento del artista y argumento de los comisarios. Si Henry's no era sino una divertida atracción que despertaba admiración a causa del exceso, Poincheval, es un elemento muy consciente de la sociedad del espectáculo. Diplomado de bellas artes, introduce referencias estéticas y literarias (Candido de Voltaire, Toine de Maupassant,..), crea vínculos filosóficos con su "exploración de la naturaleza humana" y su "experimentación de la temporalidad mineral". Y son hazañas publicitadas, avatares artísticos de Koh-Lanta que gustan mucho.





Abraham Poincheval y Laurent Tixador, Lo desconocido de los grandes horizontes, 2002



Más que esos espectáculos que ponen en escena en el Palacio de Tokyo, en el Museo de la Caza, durante la Noche en Blanco o en las FRAC, o en centros de arte, en realidad lo que más se acerca a mi sensibilidad son sus representaciones itinerantes, las exploraciones del territorio que hiciera con su ex-cómplice Laurent Tixador, de quién, por otro lado, la reflexión sobre la representación me parece más elaborada y menos seductora. Es así que la caminata con brújula para no desviarse de la linea recta entre Nantes y Caen y luego Caen y Metz me sedujo no a causa de la "hazaña" que hicieron, finalmente bastante simple, sino por la dimensión protocolaria rigurosa que la construye, la aplicación de un principio mental, matemático, a un espacio natural y geográfico que se le opone. No hay interacción divertida con el espectador ("y ¿cómo hace pis en su piedra?), sino un rigor ético estricto, lejos del mundo y del brillo de sus lentejuelas.

[20 de marzo : un lector me señala esta obra de Timm Ulrichs, que data de 1978/80 en Norhorn; pero Ulrichs no estuvo sino diez horas. Bastantes fotos. Este artículo sirve de « comparación »]


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lundi 6 mars 2017

Eli Lotar, más allá de los Mataderos

06 de marzo de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí) 



Eli Lotar, En los Mataderos de La Villette, 1929, col: Metropolitan Museum NYC





La primera imagen que le viene a la mente a la mayoría cuando evocamos el nombre de Eli Lotar es esta foto de patas de ternera (y el mismo tema en primer plano) que fotografió en los Mataderos de la Villette en 1929, sin duda porque esa obra combinaba una verdadera dimensión documental y un tratamiento cercano al surrealismo : en una de sus fotografías, el hombre que contempla un montón de tripas por el suelo es Pierre Prévert, y la serie era un encargo para ilustrar el artículo "Matadero" de la sección "diccionario" de Documents, la revista de Georges Bataille.





Eli Lotar, Isolateur, hacia 1930, col. Centre Pompidou




La exposición sobre Lotar en el Jeu de Paume (hasta el 28 de mayo) presenta su obra de manera más completa; fue organizada con el Centro Pompidou y a veces se siente : un poco más de rigidez científica, un poco menos de creatividad libertaria. Sus orígenes muy inspirados por la Nueva Visión y por su compañera e iniciadora Germaine Krull parecían bastante clásicos : picado y contrapicado, juego de báscula, arquitecturas de hierro de la torre Eiffel o de un circo o aparejos de barcos, detalles insólitos de un aislamiento eléctrico o de un avión, rejas y estructuras, el total perfectamente en el ambiente de la época.




Eli Lotar, ST (Lisboa), 1931, col: Centre Pompidou




Sin ser realmente surrealista, juega muy bien con lo real y la percepción. De un viaje breve a Lisboa en 1931 para preparar una película sobre la cantante de fado A Severa (primera película sonora portuguesa), se trae esta imagen bastante reveladora de su manera de trabajar, picada, incoherencia y mirada hacia la multitud.




Eli Lotar, Feria de Paris, 1928





Muy pronto se distingue de la frialdad estética de sus contemporáneos al introducir en sus imágenes una dimensión que si no es social es por lo menos más humana. Cuando tuvo que realizar un reportage sobre la Feria de París, fotografió las piernas de los visitantes recorriendo los pasillos, sus pisadas, su cansancio. En lugar de tener una multitud dada, lo que nos queda es un concepto de multitud, una generalidad sin arraigo, fuera de lugar, casi fuera del tiempo, hasta tal punto que más tarde esas imágenes fueron recicladas en un reportaje sobre el Bosque de Boulogne y  en otro sobre la prostitución. No estoy seguro de que su obra sea comparable con la de Atget, como se ha afirmado algunas veces : si sus melancolías son primas, Lotar no es tan rigoroso como Atget, juega mucho más con sus motivos.




Eli Lotar, Las Hurdes, 1933, col. Centre Pompidou




Es esencialmente en su trabajo como operador o realizador de películas que su dimensión social se afirmará, ya sea como asistente de Buñuel en el rodaje de Tierra sin pan (Las Hurdes), o al realizar un reportage sobre los tugurios de Aubervilliers, un encargo del alcalde comunista Charles Tillon que lo encontrará demasiado poético y no lo suficientemente activista. 




Eli Lotar, Giacometti en el hôtel de Rive, Ginebra, 1944



Al final de su vida, Lotar fue el último modelo de Giacometti (que había conocido en Ginebra durante la guerra, arriba). El uno esculpía a su modelo (hubo tres bustos, este no es el de la exposición), el otro fotografiaba a su escultor. Es un equivalente visual de los libros de Jean Genet, de Isaku Yaneihara y de James Lord. El diálogo se termina con la muerte de Giacometti en 1966, seguida de la de Lotar tres años más tarde.




Alberto Giacometti, Busto de Eli Lotar, 1965




Fotos 1, 2, 3 & 5 cortesía del Jeu de Paume. Todas las fotos(c) Eli Lotar

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Ângelo de Souza, explorador desconcertante

04 de marzo de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




Ângelo de Souza, La cuerda, 1976, col. privada




El artista portugués Ângelo de Souza (1938-2011) no es nada conocido fuera de su país. Aunque de joven estudió dos años en Londres, después nunca salió de Portugal y se mantuvo muy bien informado de los avances del arte europeo y estadounidense, al mismo tiempo que su curiosidad era muy ecléctica (arte marginal, arte vernáculo, dibujos de niños, ...). Su práctica cubrió una gran variedad de medios, pintura, escultura, dibujo, fotografía, instalación, películas experimentales. Después de varias exposiciones retrospectivas en Portugal, la Delegación en Francia de la Fundación Calouste Gulbekian (hasta el 16 de avril), les da la oportunidad a los parisinos de descubrir una parte de su obra con esta primera exposición monográfica en Francia intitulada "El color y la textura negra de las cosas(habíamos visto su trabajo en una exposición colectiva en el MAMVP en 1976). Su comisario, el profesor de estética portugués Jacinto Lageira (que enseña en París 1) eligió limitarse a las pinturas y a las fotografías del artista, lo que da una muy buena idea de su obra pero incompleta dada su diversidad.





Ângelo de Souza, Diapositiva de caballete, 1978 79, col. privada




De hecho, la exposición abre con un estilo híbrido, no totalmente pintura, no totalmente fotografía o película : se trata de la proyección de un centenar de fotografías, llamadas Diapositivas de caballete (1977-79), que pasan una detrás de otra, metódicamente, composiciones de formas geométricas elementales, triángulos, rectángulos y círculos con variaciones graduadas de colores primarios : son lienzos potenciales que un día podrían ser pintados pero que son solamente instantes, virtualidades, impresiones luminosas de colores que miramos entre fascinación e hipnosis sin ir hasta el final de la centena. Las cuidadosas construcciones de diapositivas "ante-informática" de Souza se pueden ver hoy gracias a que las pasaron a un DVD; ya no forman parte de la modernidad pero dan prueba de la inventiva exploratoria incesante del artista.




Ângelo de Souza,, ST, 1974 75, col. Museo Calouste Gulbenkian, Foto Maria de Oliveira




En las salas siguientes se ven en efecto algunos de los lienzos del artista : lo primero que impacta es el color de sus casi monocromías de variaciones ínfimas. Y enseguida percibimos formas, también muy sencillas, algunos trazos que construyen un espacio, quizás una pared, un suelo o una puerta, o un techo : no es una descripción o una restitución de la realidad sino un bosquejo, una alusión a lo que podría ser; no son realmente lienzos abstractos, son composiciones mentales, un recordatorio de lo material, de lo concreto, de lo físico. No es una materialidad de la pintura, lisa y fina, nada obstruye la relación con la imagen, tampoco es un juego extenso de variaciones coloreadas luminosas como en las diapositivas sino un discreto anclaje en lo real, como un eco de las tablas sobre las que caminamos o la abertura de la pared detrás de nosotros. 




Ângelo de Souza,, ST, 1985, col. privada




Mientras que sus lienzos, supuestamente abstractos contienen elementos bien reales, sus fotografías, que deberían representar el mundo, tienden al contrario hacia lo abstracto. Es verdad que en fotografía la abstracción es rara, ya que (en todo caso cuando se utiliza un aparato) la imagen solo puede representar lo que está ante el objetivo y muchas de sus fotografías son difíciles de descifrar. Hay que identificar por allí algunos vellos sobre su piel y entender por aquí que la forma serpentina casi viva que pasa de lo borroso a lo claro (arriba) es una cuerda para la ropa amarrada a una pared. Muchos de sus temas son cosas muy humildes, banales, prosaicas : polvo, pelos, telarañas, un pañuelo de papel. Una de las obras va más allá de la abstracción, no es sino una película raspada y agrandada, testigo de la materialidad misma de la fotografía y del gesto de la mano del artista interviniendo directamente en la materia. 




Ângelo de Souza,, ST (Main), 1975, col. privada




Precisamente, la mano es uno de los temas predilectos y toda una sala le está dedicada a esta "herramienta" esencial para todo artista; con pasteles, una pintura y sobre todo un conjunto de fotografías de la piel de su mano, como una paleta o un atlas a gran escala. Si los pasteles componen manos irreales, mutantes y estilizadas, la serie de fotografías está lo más cerca posible de la realidad : colores crudos, pliegues, lineas de la palma, toda una geografía de montes y valles. Hoy puede parecer banal pero en 1975, con ese tema ordinario hizo una obra innovadora. 




Ângelo de Souza,, esculturas pequeñas (Orejas), 1975, col. Fundación Serralves, Foto Filipe Braga





Podemos añadir un conjunto de esculturas pequeñas, maquetas de los proyectos más grandes, en una vitrina, para mitigar la ausencia de esa parte de su obra, un divertido conjunto de envases de yogurt deformados para parecerse a orejas, bonito ejemplo de su búsqueda sin fin para hacer emerger formas; y unos cortos muy movidos (hechos con Super 8, 5 imágenes por segundo) y en los que vemos en unas imágenes abstractivas, el suelo delante de él, sus pasos a medida de sus andanzas por la ciudad o la luz tamizada entre arbustos en el campo, y uno puede decirse que más o menos ha entendido al artista : un experimentador sin descanso, un adepto de las formas en el límite de la abstracción, un investigador de la adecuación perfecta entre medio y expresión, un navegador entre los medios, un multiplicador en series.




Vista de exposición, serie Les Umanistas. Foto M. Lenot




Y no, esta calificación es demasiado rápida, demasiado reducida pues aún faltan dos series de fotografías que ver y esas dos series abren una perspectiva bien diferente, otra relación con el mundo, lo que hace que nos demos cuenta de que las ideas que pudimos forjarnos hasta ahí son demasiado reducidas, demasiado limitadas para informar sobre la riqueza de las investigaciones artísticas de Ãngelo de Souza. El fragmento presentado aquí de su serie intitulada Epifanías desconcierta un poco, un conjunto de cadáveres de animales, algunos en descomposición avanzada y que descubrió por el suelo durante sus peregrinaciones cotidianas. La otra serie, que lleva el extraño nombre Umanistas (sin h) ocupa una pared estrecha en donde hay unas veinte impresiones montadas torcidas. Resulta que de Souza que se la pasaba con el dedo puesto en el disparador, hizo miles de fotografías del mundo a su alrededor, gente vista desde su ventana, árboles, paisajes, suelos, chamizos; más que un catálogo del mundo hecho a propósito era una pulsión obsesiva, un sueño eidético. Solamente tenemos aquí una muestra pequeña de su producción fotográfica la que se vincula al resto de su trabajo (además de las diapositivas, las casi abstracciones y las manos mencionadas aquí arriba) de una manera más amplia, no solamente por su enfoque serial (que aquí interviene más bien a posteriori), sino sobre todo por su preocupación constante de explorar, de experimentar, de no dejarse coaccionar por ninguna regla, de estar siempre abierto al descubrimiento, a la sorpresa. Aquí tenemos otra parte de su obra que no es un sub producto de sus obras plásticas sino realmente un cuerpo autónomo, una ampliación que se insertó en un momento histórico que tuvo lugar a partir de finales de los años sesenta, toda la reflexión sobre el medio fotográfico más allá del documental en especial con el trabajo fotográfico de artistas conceptuales. No es que de Souza pertenezca a esa corriente, pero estudiar mejor su obra fotográfica debe permitir entender mejor su enfoque experimental que es su esencia misma.




Ângelo de Souza, Carnets de imágenes




La obra fotográfica acaba de ser publicada en una muy bonita edición, Carnets d'Images, en francés e inglés, editada y presentada por Sérgio Mah en las Ediciones Loco. Otros dos libros para consultar : el catalogo de la exposición, en francés con textos de Jacinto Lageira y de Bernardo Pinto de Almeida, Nuno Faria, Rui Sanches, Jorge Molder, Sérgio Mah, João Pinharanda, Emilia Pinto de Almeida y Leonor Nazaré; y el libro de  Bernardo Pinto de Almeida, Ãngelo de Souza, Logica da percepçao, editado por los laboratorios BIAL, en portugués y en inglés.


Fotos cortesía de la Fundación Gulbenkian París, excepto la antepenúltima, del autor, y la última, de las Ediciones Loco.



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vendredi 3 mars 2017

María Matemática y el ciberpretexto

01 de marzo de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)






Marie Mathématique




La exposición "Todos vigilados por máquinas de amorosa gracia", (en el Palais de Tokyo hasta el 8 de mayo) debe, si entendí bien, mostrar la relación entre arte y máquinas cibernéticas, tal y como nos invita el poema de Richard Brautigan que inspiró su título. Y, como a menudo en estos lugares, nos cuesta distinguir el vinculo, incluso poco perceptible, entre los argumentos del comisario y las obras presentadas. Aunque la intensidad luminosa de las lámparas-sillas suspendidas de Mika Tajima varía en función del humor de la red, a partir de algoritmos que miden los sentimientos positivos o negativos en Facebook o Twitter, no es de una originalidad loca. 





Marie Lund, STILLS,2015-2017




Me gustó la serie de lienzos descoloridos de Marie Lund, persianas que soportaron el sol y las intempéries y perdieron más o menos el color; las combina con vaciados de concreto de piernas con bluyín y amplaciones de cobre de objetos cotidianos; un conjunto sobre la materialidad bastante logrado, pero ¿cuál es la relación con las máquinas y la cibernética? Igualmente las frías instalaciones de Lee Kit, de Pedro Barateiro (sigue obsesionado con las palmeras enfermas) y de Michael E. Smith que dan prueba del minimalismo jansenista tan de moda, no le aportan mucho al tema, como tampoco el tríptico video disneyen de Isabelle Cornaro. En cambio, Marjorie Keller realizó un inventario para el seguro de su casa de familia, y su video nos muestra cada uno de los objetos, único y magnificado en el momento en que la cámara lo capta para luego caer de nuevo en la oscuridad, mientras que las voces de la familia forman un fondo sonoro. Sin la mente metódica y catalogadora de un Christian Boltanski o de una Ana Pérez-Quiroga, este extraño y melancólico catálogo transforma los objetos cotidianos en fantasmas con aura. Claro que sigue siendo cuestión de objetos, pero estamos lejos de las ciberpraderas, ciberbosques y ciberecología del poema de Brautigan.




Marie Mathématique



Pero no todo está perdido ya que nos queda María Matemática, primera heroína TV de ciencia ficción, hermanita de Barbarella, quien, durante su corta vida de 36 minutos en seis episodios del programa Dim Dam Dom, entre octubre de 1965 y abril de 1966 (no, no los vi en ese entonces pues estaba preparando mis exámenes en el internado...) aporta cierto frescor, poesía y un erotismo de lo más agradable : la historia ocurre en 2830, y la jovencita de buena familia y de gran belleza adopta animales galácticos, la recibe la reina de Venus y ella acaricia a su hijo, se encuentra con los Karkafouille y los Péronnelle del Bosque que me recuerdan a Georges Hugnet, y propaga la felicidad por el universo. Al ver su belleza un montón de ladrillos locos que aterrorizaba en Drôme se enamora de ella y la cubre de caricias (ladrillos), pero ella se enamora de un delincuente con moto y chaqueta de cuero, para quien en la escena final, desnuda al fin su cuerpo perfecto, y más.




Marie Mathématique



Instálese delante de esta pantalla (nada para sentarse) y disfrute durante estos cortos 36 minutos, los poemas en forma de virealy de André Ruellan, susurrados de forma erótica por Serge Gainsbourg y marcados periódicamente con una sonrisa de tonta absolutamente perfecta. Dibujos de Jean-Claude Forest (autor de Barbarella), realizado por Jacques Ansan, y, entre las presentadoras de cada episodio me pareció reconocer a France Gall (claro que en esa época todas las chicas bonitas tenían capul). ¡Por fin estamos felices con las máquinas de amorosa gracia!




Mel O'Callaghan,, Dangerous on-the way, 2016 



Un poco más lejos, la exposición de la australiana Mel O'Callaghan se compone de tres partes : una estrada con un gong, un sistro, madera calcinada y una taza gigante con agua, en donde se llevan a cabo representaciones (que no vi) y se siente una espiritualidad discreta, probablemente huellas invisibles de transes pasados. Una pantalla video grande presenta su película sobre los hombres de Borneo, quienes, para recoger los nidos de salanganas (parece que es un plato muy apreciado), construyen andamios inmensos y que se mueven en todo sentido dentro de una gruta gigantesca : es una película llena de ruido y de luz, que intenta compartir con nosotros el pavor y el éxtasis de aquellos hombres audaces; sin pretensión etnográfica (en las antípodas de la obra de Camille Henrot, por ejemplo). Por fin una tercera sala de descompresión, cuyos obstáculos son esculturas geométricas blancas : percibimos aún los sonidos de las películas, pero poco a poco nuestro espíritu se tranquiliza, nuestro pulso se estabiliza. El trabajo sobre el rito es muy bueno, y la forma que utiliza el artista para hacernos abordarlo es brillante. Bueno, otro día les hablaré de Abraham Poincheval. 


Fotos 2 & 5 cortesía del  Palais de Tokyo; fotos 1 & 3 INA; foto 4 del autor.



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