mardi 15 avril 2014

La visión del Bosco

15 de abril de 2014, 
por Lunettes Rouges
La visión del Bosco

(Artículo original en francés aquí)


El Bosco, Tríptico de las Tentaciones de San Antonio, hacia 1502. Tabla izquierda abierta: San Antonio perseguido por los demonios (detalle). Óleo sobre tabla de roble. Lisboa, Museu Nacional de Arte Antiga. Foto Luísa Oliveira.

Como a cada a uno de nosotros, creo, desde muy temprana edad me fascinaron los cuadros del Bosco (o en todo caso, los que veía entonces en malas reproducciones), por esa abundancia de personajes extraños, grotescos, monstruosos, metidos en toda clase de actividades de pesadilla, violentas u obscenas, y a menudo incomprensibles. Al ver luego, por aquí y por allá sus tablas y sus trípticos según mis visitas a los museos, los percibía entonces como conjuntos tormentosos, turbulentos, infernales, que desde el Prado al Palazzo Grimani era prácticamente imposible escudriñar con suficiente atención, desde bastante cerca, con bastante tiempo.
El Bosco, El Jardín de las Delicias, hacia 1503. Tabla central: La Humanidad antes del Diluvio (detalle). Madrid, Museo Nacional del Pradoor y la peor de las cosas. 
El gran libro sobre El Bosco que acaban de publicar las ediciones Taschen es la mejor y la peor de las cosas, pues página a página, reproducciones excelentes (entre las cuales un desplegable del Jardín de las Delicias) muestran tanto la composición general de las obras como los pequeños detalles, paisajes, resplandores del infierno, luz celeste al final del túnel, y todos los monstruos que los pueblan persiguiendo a los humanos, atravesándolos, amarrándolos, tirándolos  al vacío; y no es sobre algunas de las escenas idílicas, tranquilas y paradisiacas que la mirada se recrea pues tiene demasiado afán de ir hacia el infierno, hacia las tentaciones, hacia los excesos. Y así se queda uno durante horas contemplando esos híbridos, esas quimeras, esos tormentos, sin cansarse. Una visita de museo es irreemplazable, pero tal y como son las condiciones no podríamos ver tantos detalles, y habría que ir de Lisboa a Viena y de Berlín a New Haven para ver los veinte cuadros considerados aquí como auténticos; el catálogo argumentado comprende más de ocho dibujos auténticos, como el Nido de la Lechuza (en el Boijmans), que no hay que confundir con un búho, pero bueno, no pidamos demasiado... No soy quien para dar una opinión sobre las atribuciones, un tema que fomentará polémica entre algunos; notemos que entre las obras clasificadas como pertenecientes a alumnos y seguidores en el catálogo, es decir, ocho dibujos y nueve cuadros, se encuentra el Escamoteador de Saint Germain en Laye, lo que sin duda causará descontento.
Jérôme Bosch, El Juicio Final, hacia 1506. Tabla de la izquierda abierta: La Caída de los ángeles rebeldes, el pecado original y Adán y Eva expulsados del Paraíso (detalle). Óleo y pintura al temple sobre tabla de roble. Viena, Akademie der bildenden Künste, Gemäldegalerie
Estas extraordinarias reproducciones son analizadas, comentadas, aclaradas a través de un texto muy completo de Stefan Fischer con un capítulo especial para cada uno de los tres grandes trípticos, San Antonio, el Jardín de las Delicias y el Juicio Final. Es verdad que yo veía el lado moralizador del Bosco, el papel satírico-moral de sus cuadros, pero sin haberme sumergido en su historia lo consideraba como un original, un rebelde, un Sócrates, un "hnos Chapman", siempre listo para fustigar, caricaturar, y por lo tanto situarse al margen de la "buena sociedad" de su época; y cuán fue la desilusión, pues el estudio histórico de Stefan Fischer muestra a un pintor burgués, miembro de la cofradía más importante de su ciudad, pintor para nobles y burgueses y cuyos temas no ofuscaban a nadie. No es la peor de las cosas, pero el mito del artista rebelde, maldito, incluso herético se cayó del pedestal... Ante el Jardín de las Delicias, Erwin Panofsky confiesa su impotencia como crítico : "This, too high for my wit, I prefer to omit".
El Bosco, El Jardín de las Delicias, hacia 1503. Tabla central : La Humanidad antes del Diluvio (Detalle). Óleo sobre tabla de roble. Madrid, Museo Nacional del Prado
Pero podemos pensar también que fue una época maravillosa, aquella en la que el recibidor de impuestos de Amberes Peeter Scheyve, el archiduque Felipe el Hermoso, y los clérigos de la Cofradía Nuestra Señora de Bois-le-Duc eran capaces de apreciar y de adquirir obras tan discordantes. El pájaro jorobado en patines sobre el hielo de la primera imagen lleva en el pico un papel en el que dice "protio", es decir "protestaio"... y aquí arriba, mucho antes de Mapplethorpe, la pareja escandalosa de un hombre negro (o dos...) y de una mujer blanca... Libro obsequio del editor. Share and Enjoy

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